La estación de esquí de Candanchú se encuentra en
el Pirineo aragonés, junto al río Aragón y a 1 km del Puerto de Somport, frontera con Francia. Está a
27 km de Jaca.
Candanchú, en tiempo de nieve, era visita obligada, aunque
nada más fuera una vez al año. Con los alumnos medianos de Salesianos Pamplona,
para deslizarse con sus artilugios entre la nieve.
Con el grupo de montaña
“Boscos Berri”, para pasar un día de esquí o subida a alguna cumbre. La más
característica de aquella zona: La Zapatilla.
Una de las rutas para su ascensión es el tubo que asciende con una inclinación de 35 grados. Atrás se nos iba quedando el autocar, los hoteles y arrastres, los compañeros que se terminaban de poner los aparejos para esquiar. Íbamos prevenidos contra las grietas de nieve, del frío, de las caídas.
Con nieve, toda la ruta es camino:
ni tubos, ni piedras, ni derrubios. Solo una pared inclinada, como de dos
metros, que se van sustituyendo y no acaban. No ves más allá, por la pendiente.
Subes, lo superas, eres joven, hay compañerismo, clavas el piolet, y… otros
metros más. Es una subida muy dura hasta el collado. Vemos la cumbre. Y, aunque
muy ajustados de tiempo. Decidimos llegar. Nos costó sudor por dentro; frío
intenso en el exterior. Frotábamos las manos para evitar la congelación.
Parecían no ser suficientes los guantes.
En la bajada, la preocupación mayor
estuvo en sortear una grieta. Había que saltar y no resbalar. Aseguramos una
cuerda. Pasamos uno por uno. Nos retrasamos. La bajada fue lenta. Frenábamos
con el piolet para no rodar por la pendiente. Sentíamos la inquietud de los
compañeros por acumular un retraso de 45 minutos. Cuando nos faltaba media
hora, ya nos podíamos ver. Los de abajo recobraron la tranquilidad. Al llegar,
les pedimos disculpas. Les explicamos y comprendieron. Fuimos recobrando el
calor.
Camino de La Zapatilla, en otra época |
Es increíble pensar hasta dónde puede llegar uno cuando cuenta con la
amistad de los demás. Aquí, lo vivimos.
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