No
es una crónica de la historia de hoy; pero sí es una lección para siempre. Ir a Panticosa tira:
ahora y entonces. Y tener compañeros, tener amigos es algo grande.
Habíamos
puesto nuestra tienda allá donde se podía. Y decidimos José Antonio Cirbián y
yo subir aquel pico que se asomaba a nuestra izquierda. El Argualas tiene una
altitud de 3.046 m.s.n.m. y una crestería, que como se ve en la foto, anima al
esfuerzo, invita a la precaución y se convierte en uno el caminar de dos. Fue
un entrenamiento para aquellos años nuestros. Hoy internet tiene bien trazado
el itinerario y unas descripciones muy buenas. No es necesario describirlo
aquí.
Al bajar, pudimos disfrutar de las aguas frescas de la piscina.
Estábamos en la edad de mirar hacia
adelante. Hoy… también.
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