lunes, 25 de septiembre de 2017

Valores de un año jubilar



Santo Toribio desde la Cruz de la Viorna
El año 2017 es año jubilar lebaniego. Todas las personas que llegan a Santo Toribio de Liébana tienen sus razones, todas ellas respetables y llenas de valores. Unas son religiosas, culturales otras, deportivas y admiradoras de aquellas bellezas naturales siempre. Hay quienes disfrutan de todas ellas por igual.

En el monte de la Viorna
Si religiosas: te encuentras con el signo que fundamenta nuestra fe. El Lignum Crucis. El signo que nos habla de aquella realidad vivida por el Señor.

El pueblo de Maredes, desde donde iniciamos la ruta hacia la Viorna
Si culturales: puedes informarte cómo se escribieron en aquel Monasterio “los beatos”, las vueltas que han dado por el mundo y dónde han ido a parar. Es cultura. En sus alrededores puedes admirar las construcciones de Santa María de Lebeña y de Piasca. Es cultura.

En el camino del Coriscao: al fondo, Fuente Dé y Peña Vieja
Si deportivas: dedícate a recorrer senderos que te dejarán admirados. Un paraíso que te hablará de cuatro valles, cuatro ríos; uno de ellos el Deva (de Eva); frutas estupendas de sus valles; el pueblo, un poco alejado de este epicentro, que se llama Caín. Son nombres de paraíso.

Cabaña refugio a los pies del Coriscao
Un poco de todo esto vivimos nosotros. Quisimos ver desde lo alto el Monasterio y subimos al monte de la Viorna. Llegamos al pueblo de Maredes. Recorremos en 30 minutos el sendero que trepa entre robles y hayedos para llegar a la Cruz. Allí nos encontró un montañero que realizaba la ruta desde Potes. Desde allí se enlaza con la pista que nos conduce de nuevo al pueblo. Es un mirador admirable de los Picos, apto para todas las edades.

Pozo Llao - Lago de Salvorón, al pie del Coriscao
Con este sabor deportivo,  al día siguiente, hicimos la ruta del Coriscao, hasta su base. Allí se encuentra  la cabaña refugio y el lago del Pozo Llao, también llamado lago de Salvorón, donde nace el río Salvorón

En las praderías del Coriscao
Allí tranquilas las yeguas y sus potros; allí los terneros y las vacas; allí nuestro refrigerio y descanso; allí escuchando el silencio enmarcado con el sonido del cencerro; como disolviendo nuestra existencia; como igualando en paz todas las fuerzas:
“el llano lo mismo que el pico más alto,
que no está por eso más cerca de Dios”.

Pemán “Balada de las dudas del lego”



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