domingo, 20 de julio de 2014

Ruta romana de Arenas de Cabrales


Por si quieres seguir las huellas de los romanos en una bonita travesía, aunque hoy hagamos el camino inverso, de Sotres a Arenas de Cabrales. 

Empezamos en los invernales de la Caballar. Queremos atajar y nos metemos en el Hoyo Claro de Vies. Era subir y bajar al hoyo; para volver a repetir la misma operación con el otro y el otro hoyo. Entretenido y duro hasta que alcanzamos el sendero.

Interminables praderías, en las que hay que dar con el portillo de entrada y de salida. Después, un camino empedrado, más ancho: son restos de la calzada. Vives lo histórico.

En el bar de Sotres, en otra ocasión, preguntamos:
¿Por qué la llaman calzada romana?
Porque lo es, señor, porque lo es.
Me respondió. Bien respondido


Es grandioso el panorama que nos rodea. Desde un balcón de vértigo te asomas. Ves el pueblo de Tielve. Sentando, admiras la severidad en blanco del Picu Urriellu. A nuestros pies, un manantial que sale de la tierra a borbotones y corre a meterse en una profunda caverna. Después, la niebla, el jersey, el mapa, el compromiso de ir juntos, sin separarnos; que la tinta se te emborrona; que la realidad es más larga que el tiempo que empleas en escribir.

 Por fin la alegría de ver que el último portillo de los prados es el correcto; que se hace camino y que empieza a bajar por donde aquellos “romanos” subieron. Cada paso que das te va diciendo que ya estás, y te alegras.

Teníamos motivos: ante los problemas que nos impiden ver, nos sentimos unidos, responsables, aplicando los medios

el mapa de la ruta

sábado, 5 de julio de 2014

Horcados Rojos. 2.345 msnm


Entre el Naranjo de Bulnes y Peña Vieja. Es el final de nuestra travesía: La Hermida, Fuente De. Hemos dormido en el refugio Delgado Úbeda, a los pies del Naranjo. Habíamos terminado el curso y estábamos en el mes de junio, aunque no te parezca.

Hoy se trata de alcanzar el Balcón del Cable. Ni perezosos, ni madrugadores. De este modo encontramos la nieve del camino como desperezándose; así el pie no se hunde, ni resbala. Vamos pasando los diversos jous; todos están “sin tierri”, como dicen,  ni en invierno ni en verano; pura nieve y pura piedra. Se nos queda ya atrás el Jou de los Boches.

Por delante, nos queda un paredón. Ofrece cierto peligro; con nieve, más. Recomiendan mucha seguridad en cada paso y nosotros nos lo tomamos en serio. Una mirada hacia atrás, como la mujer de Lot, y sentimos el vértigo. A veces, trepamos como a gatas, para que no nos venza hacia atrás el peso de la mochila. Subimos en zig-zag y haciendo escaleras. Paramos, apoyando los pies y las manos, respirando el frescor de la nieve. Ya llegará el momento de disfrutar del paisaje.

Respiramos profundo cuando alcanzamos el Collado de Horcados Rojos, como si fuera la tierra prometida. Miramos a todo nuestro alrededor.

Como si hubiera sido allí el lugar donde se dijo “todo esto te daré…”
(Mt.4,9)  Es grandioso y tentador. No, no lo cambiamos.